Las caricias son una de las necesidades básicas del ser humano. Los adultos no reconocemos tan fácilmente esta necesidad, porque tenemos la creencia de que ya tenemos superada esta etapa.

Puedes entender las caricias en su sentido más textual. O tal como propuso el psiquiatra Eric Berne, las puedes entender también de forma simbólica, una caricia verbal (una palabra, una frase), un gesto no verbal (una mirada), un contacto físico (una palmada en la espalda, un beso, un abrazo) o el simple hecho de dedicar un tiempo de calidad a una persona acompañándola en lo que necesita.

Las caricias son básicas para tu supervivencia y salud psicológica. Un bebé además de tener atendidas sus necesidades básicas, también necesita satisfacer sus necesidades de contacto con otras personas. Cuando un padre o madre está un tiempo sin hacer caso a un niño (por ejemplo porque está hablando por teléfono y en ese momento no puede atender a su hijo), el niño comenzará a hacer cosas para atraer su atención y conseguir sus caricias, aunque sean negativas.

Los adultos no reconocemos tan fácilmente esta necesidad, porque tenemos la creencia de que ya tenemos superada esta etapa. Sin embargo, los adultos también ponemos en funcionamiento gran cantidad de estrategias para obtener caricias. ¿Qué pasa cuando en nuestra vida llega un cambio importante que hace que dejemos de recibir las caricias a las que estábamos acostumbrados? Una jubilación que te deja huérfano de los rituales de saludo de cada día con los compañeros de trabajo. Una pareja que se rompe y que te deja un vacío de las caricias que habías estado recibiendo durante años. En la vida, nos encontramos en situaciones que provocan cambios en el tipo y cantidad de caricias que damos y recibimos, y por tanto, nos llevan a un desequilibrio psicológico.

Es importante que puedas detectar tus prejuicios en relación a las caricias. A continuación puedes ver algunos ejemplos: si ya sabe lo que quiero, ¿porque se lo tengo que decir? Si realmente me quisiera, sabría lo que necesito. Tengo que ser fuerte y no depender de nadie. Si te critican es por tu bien. Quien bien te quiere, te hará llorar…

Podemos distinguir diferentes tipos de caricias. Las caricias positivas son aquellas que te ayudan a la salud y al crecimiento. Son caricias auténticas. Una caricia positiva puede ser aquella que sirve para decirte que has hecho bien algo, o también puede ser aquella que apunta a un error para que lo puedas corregir. En este tipo de caricias será tan importante el contenido como la forma de darla. Por ejemplo, si a un niño le dices con amor que hay algo que no ha hecho bien, lo recibirá como una caricia positiva y le servirá para hacerlo mejor en otra ocasión. En cambio, si se lo dices con enojo, la recibirá como una caricia negativa y tendrá un impacto negativo en su autoestima.

También puede haber caricias incondicionales que van ligadas a la persona por el simple hecho de existir (un te quiero, un abrazo, decir eres una persona genial). Hay personas que no están acostumbradas a recibir este tipo de caricias, desconfían de quien se las da y son incapaces de aceptarlas. En el otro extremo, habrá aquellas personas que de pequeños han recibido muchas caricias incondicionales, y desarrollan una personalidad narcisista.

Por otra parte, las caricias negativas son aquellas que te frustran innecesariamente. Las caricias negativas son aquellas que se refieren a ti de forma devaluadora, y no a un comportamiento determinado (eres vago, eres travieso …). Caricias negativas también son aquellas caricias, que supuestamente son positivas, pero en realidad no son auténticas. Estas caricias falsas te confunden. En definitiva, las caricias negativas, en cada una de sus formas, no son buenas de por sí, y contribuyen negativamente a tu crecimiento y bienestar psicológico.

Es importante que puedas detectar tus prejuicios en relación a las caricias. A continuación puedes ver algunos ejemplos: si ya sabe lo que quiero, ¿porque se lo tengo que decir? Si realmente me quisiera, sabría lo que necesito. Tengo que ser fuerte y no depender de nadie. Es inútil, no me escucharán. Si ya sabe que la quiero, ¿porque lo tengo que decir? Se reirán de mí, no me lo merezco. Aceptar caricias es de personas vanidosas. Si te critican es por tu bien. Quien bien te quiere, te hará llorar.

Es importante que des las caricias pertinentes a tu entorno, que pidas las caricias que necesitas (siempre que sea en un contexto no hostil), que sepas aceptar aquellas caricias que te dan con sinceridad, que rechaces las caricias negativas o inadecuadas y que sepas darte caricias positivas a ti mismo/a

Y si piensas en tu entorno más cercano… ¿Qué caricias recibes y das en tu familia? ¿Y a tus amigos? ¿Y en tu trabajo? ¿Das caricias positivas? ¿Das caricias negativas? ¿Sabes pedir caricias? ¿Sabes aceptar las caricias positivas? ¿Valoras las caricias positivas que te dan? Eres capaz de rechazar caricias negativas? ¿Qué caricias te das a ti mismo? Con qué tono te hablas?

Responderte estas preguntas puede ayudarte a mejorar tu autoconocimiento y equilibrio en el que Claude Steiner bautizó como la «ley de economía de caricias».

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